06 octubre, 2005

Las instituciones y el menor

Mas allà de caer en la crítica a las familias , con sus carencias y aristas negativas, y su vinculación con la existencia de menores vulnerables proponemos prioritariamente analizar nuestro accionar y postura profesional como alternativa de abordaje.
No cabe duda de la necesidad de una apertura institucional de la justicia para buscar nuevas formas de contención, no ceñidas a rigideces. La misma no debe ser lesiva al menor y su entorno para preservar sus vínculos afectivos, de allí que trabajaremos con el concepto de "familia" y "grupo de pertenencia"
El Juzgado y las instituciones deben ser referentes válidos para situaciones de crisis y provocar la presentación de estos o sus familiares en forma espontánea.
Dejar de lado el concepto "peligrosista" instalado en las instituciones y tomar el concepto de "vulnerabilidad" del menor sujetos a carencias, marginación y abandono.
Diagnosticar su situación familiar y trabajar con todo ellos, o su grupo de pertenencia, apuntando a contener y no a reprimir.
Tratar de mantener en lo posible al menor con su familia. La internación sólo
debe suceder ante situaciones límites y en forma transitoria.
Practicar un seguimiento sistemático de las causas, sin que ello implique un agobio para el menor y su grupo de pertenencia.
La alternativa "distinta" es posible, la extrema pobreza y la marginación es una realidad y un caldo de cultivo rico para lo "ilegal" o lo "marginal". Para ello debemos buscar nuevas políticas que mejores la situación socio-cultural y económica del país, y sobre todo trabajar con las Instituciones en mejorar los métodos de contención.
Les proponemos pensar, entonces, no desde "el afuera", o "lo macro", sino introducir la autocrítica en nuestro accionar profesional, por lo cual,a partir de nuestra experiencia,consideramos que no es suficiente la responsabilidad y la ética, frente a la problemática familiar, sino que debemos apelar a la imaginación , la sensatez, la creación personal y estudiar e investigar constantemente, para poder evolucionar juntos con estas familias
Consideramos que debemos tener en cuenta el "espacio" y el "tiempo" en cada fenómeno humano, considerando que siempre nuestra intervención será arbitraria pues nos van a faltar, aunque investiguemos, elementos que completen la información que debemos obtener. Por lo tanto debemos partir de bajar de nuestra soberbia en la intervención y alejar el asombro de nuestra mirada del juicio.
El menor a que nos referimos no es un menor en riesgo, ni un menor delincuente. sino que de acuerdo al concepto innovador de UNICEF, para definir a estos niños ,vamos a hablar de menores en situaciones particularmente difíciles.
Cuantos de nosotros los escuchamos, dialogamos o negociamos con ellos ?.Consideramos que podemos partir del error de subestimarlos, y por lo tanto perdemos información, y desvalorizamos sus decisiones.
Solamente hablamos con ellos, cuando ya tenemos todos los elementos de juicio y los convocamos ,ya para interrogarlos, o para transmitirle decisiones ya tomados sobre sus vidas.NO INTERACTUAMOS CON ELLOS.
Ahora bien, podemos erróneamente hacerlos decidir y elegir padre-madre, familiar positivo-negativo, lugar para vivir, y eso sí es nuestra responsabilidad como institución (léase adultos). Al menor debemos darle la letra de una determinada sinfonía; como ejecutarla será decisión nuestra, teniendo la totalidad de los hechos y considerando el espacio y tiempo en que se desarrolla.
No debemos repetir, cuando recibimos a
menores o adolescentes, modelos abandónicos o violentos, ya conocidos por ellos como códigos familiares.
La violencia puede ser ejercida a partir del NO escuchar, No recibirlos cuando la consulta es urgente, subestimar su información y No hacerlo protagonista de su situación.
Nuestra propuesta es escuchar y contener siempre, mostrando un nuevo modelo de autoridad.
En un segundo momento trabajar con los referentes familiares de ellos que podrán ser sus padres o quien ocupe su lugar, en su orientación, o jerarquización.
Podremos caer en la paradoja, por ejemplo, de ordenar a los padres, en presencia de sus hijos "portense bien","cuiden a sus hijos".En esta orden estamos reemplazando su autoridad y los estamos desjerarquizando aún más, sin lograr ningún tipo de salida (por ejemplo en aquellas situaciones de desborde en la conducta de los adolescentes o niños).
Debemos tener presente que estamos operando en familias con modelos seguramente diferentes a los nuestros, y con estructuras confusas desde nuestro mapa mental familiar, por lo cual no podemos responder a las situaciones de crisis planteadas por ellos con recetas nuestras.«Debemos tener la preparación y la
"cultura familiar" suficiente para poder analizar las variables positivas y los recursos que aún mantienen, y aquellas "personas llave" que puedan acompañar en el cambio a esa familia desde su propio contexto.
En algunas situaciones debemos crear redes (grupos de ayuda mutua) o nuevos contextos, no de acuerdo a nuestro prejuicio, sino de acuerdo a sus necesidades.
Con nosotros , hacen su aporte diario a la familia, los medios de comunicación, las propuestas de violencia , drogadicción y alcoholismo, y tantas otras.
Y estos medios de comunicación, especialmente la televisión, penetran en los hogares, desde la mediatez, con una dimensión familiar falsa, ya que es solamente de ida, porque nosotros nombramos por su nombre de pila a muchos artistas, como si fueran miembros de nuestra familia.No hay vuelta, ellos no nos conocen, pero nuestros niños mantienen esa sensación de familiaridad, por la cual sus dichos se tornan peligrosamente confiables sobre moral y ética, y pasan a ser parámetros fundamentales.
Podemos concluir, que para poder cuidar a los niños, debemos modificar nuestra mirada del fenómeno, cuidar a sus maestros, interactuar, desde nuestro rol, activamente con ellos, por eso nuestra propuesta es la actualización, el perfeccionamiento y aunar criterios acercándonos desde la justicia a las escuelas, o convocándolas a charlas grupales crativas, y acorde con el tiempò que vivimos.