11 noviembre, 2005

EL CORAJE DE CRECER


Crecer implica siempre un desafío, que preocupa y muchas veces angustia a propios y extraños.
· Crecer significa modificar y enfrentar nuevos espacios, nuevos desafíos, riesgos , en definitiva vivir...
· En el caso de la mujer culturalmente adaptada a una situación de sometimiento aún no superada, crecer implica un desafío aún mayor.
· Implica desafiar muchas veces a su familia , a su pareja, y mas aún... a ella misma.
· Su rol asignado y muchas veces asumido y defendido como tal, es entre otros, el de vigorizar una relación, apoyar el crecimiento de otros (hijos, esposo), y salir de ese esquema es penoso. No siempre es apoyado su propio crecimiento.
· Allí es donde debe fortalecerse su convicción, y su decisión de crecer, habida cuenta que su propio crecimiento , no debe ser asumido como abandono de otras funciones , sin duda importantes, sino como un crecimiento del grupo al que pertenece, y un paso adelante en la conformación con los condicionamientos impuestos y autoimpuestos culturalmente.
· El progresar en su profesión, en su trabajo, en sus habilidades, el buscar la mejora o el perfeccionamiento de las mismas, o el darse tiempo para sí, lejos de deteriorar su rol familiar, lo destaca y valoriza.
· Mejorar su autoestima, mantener con firmeza sus convicciones, ser protagonista, o co-protagonista, y no ladera, provocan , sin duda alguna ,también un replanteo en la visión que se tiene desde su entorno.
· Ocupa un lugar y lo defiende , afirma su personalidad, se educa y educa a los demás , en el cambio cultural tan necesario, y que felizmente se va observando progresar año tras año.
· Crecer, como decíamos es una tarea difícil, vencer a los condicionamientos, lo es aún más, pero afirmando esta conciencia del cambio , los resultados se verán si duda alguna.
· La salud familiar lo exige, la salud de la sociedad también.
·
· R.Natiello (de "Detrás de toda gran mujer que...)

REGLAS CLARAS



· En toda relación que nace, existe un momento de singular importancia, y que posiblemente, condicione todo el desarrollo de la misma.
· Ese momento se lo conoce como el de "definir la relación". Es una postura fuindacional, inicial entre las personas que se ven , que se enfrentan, que se relacionan, y que se puede traducir , como "el visteo previo", esa actitud de ocupar un espacio, la firmeza con que se lo ocupa, sus limites o posibilidades de proyección.
· Definir bien la relación que se formaliza, implica la eliminación de futuros condicionamientos, reclamos, diferencias, etc..
· Tan importante es este momento, que de hecho, su planteo firme , puede provocar el final inmediato de la relación.
· Y esto que puede aparecer como violento o apresurado, no es mas que evitar que germinen los conflictos que de hecho de se dan en toda relación, por lo menos atenúan su virulencia, o , en su caso , eliminan los fenómenos de culpa.
· Implica una sana postura para que nuestra pareja, nuestro socio, o quien sea que vaya a participar en esa relación, sepa con quien va tratar, cual es su postura frente a la vida, cual es su proyecto de futuro, que proyección sostiene para el desarrollo de ese nuevo sistema que nace.
· El expresar con claridad cuales son los objetivos personales, o a compartir, facilita la negociación, de su observación, aplicación y desarrollo
· No podrán , ante un conflicto que se suscite, o al menos no podrán darle valor fundamental, sostener la ignorancia de una postura, porque esa postura ya fue claramente expuesta al momento de "definir la relación".
· Sí podrá negociarse y renegociarse todo, absolutamente todo, pero se lo hará desde una posición de firmeza , sin hipocresías, ni temores. A nivel consciente e inconsciente debe existir entre las partes un claro desarrollo del conflicto, y por ende una clara vía de solución del mismo.
· Sabrán, las partes ya desde el inicio, cuales son los objetivos que prioriza cada uno, cual es la elasticidad en la posibilidad de cambio y como evitar conflictos inútiles que deterioran la relación.
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(De "Y detrás de toda gran mujer....-R.Natiello)·
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LAS INSTITUCIONES Y EL MENOR


Mas allá de caer en la crítica a las familias , con sus carencias y aristas negativas, y su vinculación con la existencia de menores vulnerables proponemos prioritariamente analizar nuestro accionar y postura profesional como alternativa de abordaje.
No cabe duda de la necesidad de una apertura institucional de la justicia para buscar nuevas formas de contención, no ceñidas a rigideces. La misma no debe ser lesiva al menor y su entorno para preservar sus vínculos afectivos, de allí que trabajaremos con el concepto de "familia" y "grupo de pertenencia"
El Juzgado y las instituciones deben ser referentes válidos para situaciones de crisis y provocar la presentación de estos o sus familiares en forma espontánea.
Dejar de lado el concepto "peligrosista" instalado en las instituciones y tomar el concepto de "vulnerabilidad" del menor sujetos a carencias, marginación y abandono.
Diagnosticar su situación familiar y trabajar con todo ellos, o su grupo de pertenencia, apuntando a contener y no a reprimir.
Tratar de mantener en lo posible al menor con su familia. La internación sólo debe suceder ante situaciones límites y en forma transitoria.
Practicar un seguimiento sistemático de las causas, sin que ello implique un agobio para el menor y su grupo de pertenencia.
La alternativa "distinta" es posible, la extrema pobreza y la marginación es una realidad y un caldo de cultivo rico para lo "ilegal" o lo "marginal". Para ello debemos buscar nuevas políticas que mejores la situación socio-cultural y económica del país, y sobre todo trabajar con las Instituciones en mejorar los métodos de contención.
Les proponemos pensar, entonces, no desde "el afuera", o "lo macro", sino introducir la autocrítica en nuestro accionar profesional, por lo cual, a partir de nuestra experiencia, consideramos que no es suficiente la responsabilidad y la ética, frente a la problemática familiar, sino que debemos apelar a la imaginación , la sensatez, la creación personal y estudiar e investigar constantemente, para poder evolucionar juntos con estas familias
Consideramos que debemos tener en cuenta el "espacio" y el "tiempo" en cada fenómeno humano, considerando que siempre nuestra intervención será arbitraria pues nos van a faltar, aunque investiguemos, elementos que completen la información que debemos obtener. Por lo tanto debemos partir de bajar de nuestra soberbia en la intervención y alejar el asombro de nuestra mirada del juicio.
El menor a que nos referimos no es un menor en riesgo, ni un menor delincuente. sino que de acuerdo al concepto innovador de UNICEF, para definir a estos niños ,vamos a hablar de menores en situaciones particularmente difíciles.
Cuantos de nosotros los escuchamos, dialogamos o negociamos con ellos ?.Consideramos que podemos partir del error de subestimarlos, y por lo tanto perdemos información, y desvalorizamos sus decisiones.
Solamente hablamos con ellos, cuando ya tenemos todos los elementos de juicio y los convocamos ,ya para interrogarlos, o para transmitirle decisiones ya tomados sobre sus vidas. NO INTERACTUAMOS CON ELLOS.
Ahora bien, podemos erróneamente hacerlos decidir y elegir padre-madre, familiar positivo-negativo, lugar para vivir, y eso sí es nuestra responsabilidad como institución (léase adultos). Al menor debemos darle la letra de una determinada sinfonía; como ejecutarla será decisión nuestra, teniendo la totalidad de los hechos y considerando el espacio y tiempo en que se desarrolla.
No debemos repetir, cuando recibimos a menores o adolescentes, modelos abandónicos o violentos, ya conocidos por ellos como códigos familiares.
La violencia puede ser ejercida a partir del NO escuchar, No recibirlos cuando la consulta es urgente, subestimar su información y No hacerlo protagonista de su situación.
Nuestra propuesta es escuchar y contener siempre, mostrando un nuevo modelo de autoridad.
En un segundo momento trabajar con los referentes familiares de ellos que podrán ser sus padres o quien ocupe su lugar, en su orientación, o jerarquización.
Podremos caer en la paradoja, por ejemplo, de ordenar a los padres, en presencia de sus hijos "pórtense bien","cuiden a sus hijos".En esta orden estamos reemplazando su autoridad y los estamos desjerarquizando aún más, sin lograr ningún tipo de salida (por ejemplo en aquellas situaciones de desborde en la conducta de los adolescentes o niños).
Debemos tener presente que estamos operando en familias con modelos seguramente diferentes a los nuestros, y con estructuras confusas desde nuestro mapa mental familiar, por lo cual no podemos responder a las situaciones de crisis planteadas por ellos con recetas nuestras.«Debemos tener la preparación y la "cultura familiar" suficiente para poder analizar las variables positivas y los recursos que aún mantienen, y aquellas "personas llave" que puedan acompañar en el cambio a esa familia desde su propio contexto.
En algunas situaciones debemos crear redes (grupos de ayuda mutua) o nuevos contextos, no de acuerdo a nuestro prejuicio, sino de acuerdo a sus necesidades.
Con nosotros , hacen su aporte diario a la familia, los medios de comunicación, las propuestas de violencia , drogadicción y alcoholismo, y tantas otras.
Y estos medios de comunicación, especialmente la televisión, penetran en los hogares, desde la mediatez, con una dimensión familiar falsa, ya que es solamente de ida, porque nosotros nombramos por su nombre de pila a muchos artistas, como si fueran miembros de nuestra familia. No hay vuelta, ellos no nos conocen, pero nuestros niños mantienen esa sensación de familiaridad, por la cual sus dichos se tornan peligrosamente confiables sobre moral y ética, y pasan a ser parámetros fundamentales.
Podemos concluir, que para poder cuidar a los niños, hay que cuidar a sus maestros, por eso nuestra propuesta es la actualización, el perfeccionamiento y el
aunar criterios acercándonos desde la justicia a las escuelas, o convocándolas a charlas grupales.

Mas allá de caer en la crítica a las familias , con sus carencias y aristas negativas, y su vinculación con la existencia de menores vulnerables proponemos prioritariamente analizar nuestro accionar y postura profesional como alternativa de abordaje.
No cabe duda de la necesidad de una apertura institucional de la justicia para buscar nuevas formas de contención, no ceñidas a rigideces. La misma no debe ser lesiva al menor y su entorno para preservar sus vínculos afectivos, de allí que trabajaremos con el concepto de "familia" y "grupo de pertenencia"
El Juzgado y las instituciones deben ser referentes válidos para situaciones de crisis y provocar la presentación de estos o sus familiares en forma espontánea.
Dejar de lado el concepto "peligrosista" instalado en las instituciones y tomar el concepto de "vulnerabilidad" del menor sujetos a carencias, marginación y abandono.
Diagnosticar su situación familiar y trabajar con todo ellos, o su grupo de pertenencia, apuntando a contener y no a reprimir.
Tratar de mantener en lo posible al menor con su familia. La internación sólo debe suceder ante situaciones límites y en forma transitoria.
Practicar un seguimiento sistemático de las causas, sin que ello implique un agobio para el menor y su grupo de pertenencia.
La alternativa "distinta" es posible, la extrema pobreza y la marginación es una realidad y un caldo de cultivo rico para lo "ilegal" o lo "marginal". Para ello debemos buscar nuevas políticas que mejores la situación socio-cultural y económica del país, y sobre todo trabajar con las Instituciones en mejorar los métodos de contención.
Les proponemos pensar, entonces, no desde "el afuera", o "lo macro", sino introducir la autocrítica en nuestro accionar profesional, por lo cual, a partir de nuestra experiencia, consideramos que no es suficiente la responsabilidad y la ética, frente a la problemática familiar, sino que debemos apelar a la imaginación , la sensatez, la creación personal y estudiar e investigar constantemente, para poder evolucionar juntos con estas familias
Consideramos que debemos tener en cuenta el "espacio" y el "tiempo" en cada fenómeno humano, considerando que siempre nuestra intervención será arbitraria pues nos van a faltar, aunque investiguemos, elementos que completen la información que debemos obtener. Por lo tanto debemos partir de bajar de nuestra soberbia en la intervención y alejar el asombro de nuestra mirada del juicio.
El menor a que nos referimos no es un menor en riesgo, ni un menor delincuente. sino que de acuerdo al concepto innovador de UNICEF, para definir a estos niños ,vamos a hablar de menores en situaciones particularmente difíciles.
Cuantos de nosotros los escuchamos, dialogamos o negociamos con ellos ?.Consideramos que podemos partir del error de subestimarlos, y por lo tanto perdemos información, y desvalorizamos sus decisiones.
Solamente hablamos con ellos, cuando ya tenemos todos los elementos de juicio y los convocamos ,ya para interrogarlos, o para transmitirle decisiones ya tomados sobre sus vidas. NO INTERACTUAMOS CON ELLOS.
Ahora bien, podemos erróneamente hacerlos decidir y elegir padre-madre, familiar positivo-negativo, lugar para vivir, y eso sí es nuestra responsabilidad como institución (léase adultos). Al menor debemos darle la letra de una determinada sinfonía; como ejecutarla será decisión nuestra, teniendo la totalidad de los hechos y considerando el espacio y tiempo en que se desarrolla.
No debemos repetir, cuando recibimos a menores o adolescentes, modelos abandónicos o violentos, ya conocidos por ellos como códigos familiares.
La violencia puede ser ejercida a partir del NO escuchar, No recibirlos cuando la consulta es urgente, subestimar su información y No hacerlo protagonista de su situación.
Nuestra propuesta es escuchar y contener siempre, mostrando un nuevo modelo de autoridad.
En un segundo momento trabajar con los referentes familiares de ellos que podrán ser sus padres o quien ocupe su lugar, en su orientación, o jerarquización.
Podremos caer en la paradoja, por ejemplo, de ordenar a los padres, en presencia de sus hijos "pórtense bien","cuiden a sus hijos".En esta orden estamos reemplazando su autoridad y los estamos desjerarquizando aún más, sin lograr ningún tipo de salida (por ejemplo en aquellas situaciones de desborde en la conducta de los adolescentes o niños).
Debemos tener presente que estamos operando en familias con modelos seguramente diferentes a los nuestros, y con estructuras confusas desde nuestro mapa mental familiar, por lo cual no podemos responder a las situaciones de crisis planteadas por ellos con recetas nuestras.«Debemos tener la preparación y la "cultura familiar" suficiente para poder analizar las variables positivas y los recursos que aún mantienen, y aquellas "personas llave" que puedan acompañar en el cambio a esa familia desde su propio contexto.
En algunas situaciones debemos crear redes (grupos de ayuda mutua) o nuevos contextos, no de acuerdo a nuestro prejuicio, sino de acuerdo a sus necesidades.
Con nosotros , hacen su aporte diario a la familia, los medios de comunicación, las propuestas de violencia , drogadicción y alcoholismo, y tantas otras.
Y estos medios de comunicación, especialmente la televisión, penetran en los hogares, desde la mediatez, con una dimensión familiar falsa, ya que es solamente de ida, porque nosotros nombramos por su nombre de pila a muchos artistas, como si fueran miembros de nuestra familia. No hay vuelta, ellos no nos conocen, pero nuestros niños mantienen esa sensación de familiaridad, por la cual sus dichos se tornan peligrosamente confiables sobre moral y ética, y pasan a ser parámetros fundamentales.
Podemos concluir, que para poder cuidar a los niños, hay que cuidar a sus maestros, por eso nuestra propuesta es la actualización, el perfeccionamiento y el aunar criterios acercándonos desde la justicia a las escuelas, o convocándolas a charlas grupales.