15 julio, 2006

Pecados capitales: La Pereza

La pereza (Acidia), es el segundo pecado capital que abordaremos, y es quizá el más común .
Se lo identifica con la abulia, la indiferencia respecto de uno mismo, la negativa a la necesidad de actuar.
En época que la actividad netamente humana era esencial, más aún que ahora, la pereza era considerada un pecado, en tanto la inactividad era perjudicial para sí, y para los demás.

Si bien el ser humano no debe malgastar energias, el cerebro humano, consume -trabaje o no- un 20% de dicha energía, de allí que ponga en movimiento mecanismos de alerta para evitar quedar inactivo , uno de ellos: el aburrimiento , sensación desagradable que mueve al individuo a buscar actividad o esparcimiento.
Diferente del "ocio creativo", que se caracteriza por su naturaleza reflexiva, al ser un estado de serenidad que busca encontrar o meditar profundamente sobre misterios de la vida .

La práctica de un ocio creativo requiere una formación previa en la creatividad y un aprendizaje para su concreción.
En cambio la pereza aparece en el ser humano como una dejadez de ánimo, ante la imposibilidad de afrontar cuestiones esenciales de la vida, con la premura y consideración necesarias.
Diferente a casos clínicos tales como Depresión, Fatiga crónica, Distimia o Demencia.
No es simplemente el hecho de reposar. Este, lejos de ser un pecado, es algo beneficioso -en su justa medida- para el cuerpo y la mente.

Lo criticable es el abandono, la ausencia...
Muchas veces se vincula a la pereza con el estado económico de una persona ("la pereza es la madre de la pobreza"), pero es mucho más que eso, es una concepción de la vida, un aletargamiento del alma, del espíritu.
La falta de motivación acarrea la ausencia de proyectos de vida, y de eternidad (de allí la importancia que le da la religión a este pecado).
Pereza para alcanzar la salvación eterna, pereza para alcanzar objetivos válidos en la vida terrena, inobservancia de los deberes por falta de ejercicio de los mismos.
En el aspecto puramente religioso constituye sí, un pecado, dado que cuando por desgano olvidamos la observancia de preceptos religiosos, negamos la posibilidad de la salvación eterna.
Pero como simples mortales, la pereza es un estado de desdicha, de frustración, de olvido de uno mismo, que muchas veces no es atribuible al sujeto, sino a condicionantes extrenos que dan marco propio a su abúlia.
Y son consecuencia muchas veces de la pereza el comportamiento pusilánime, la cobardía, el desorden, el desdén, la irresponsabilidad...
El entregarse al destino sin luchar, el pensar que todo está perdido, la falta de compromiso.
Sabiendo que la palabra aburrimiento proviene de "ab horreo" (horror o temor al vacio), coincidiremos en que ese horror al vacio, el miedo a existir, el temor a enfrentar la realidad escondiéndonos en la apatía, no es otra cosa que "aburrimiento de vivir".
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R.Natiello.7-06